dilluns, 4 de gener del 2010

El emigrante





- ¿Dónde vas?

-A un lugar más próspero que este.

- ¿Lo llevas todo?

- Todo lo que puedo cargar.

- ¿Seguro que lo llevas todo?

- Sí.

- Entonces, buena suerte. Recuérdame de vez en cuando. Y escribe a la familia. Por favor.

- No dudes en que lo haré. Siempre os llevo en el corazón.



Y el emigrante se marchó. Aquél hombre tuvo que marchar hacia un destino incierto, ¿por culpa de qué? Mala gente gobernando en su país, sembrando siempre la desgracia en casas ajenas. Un país devastado por el hambre y la guerra, por las luchas internas y externas. Un pueblo que cada día vive en la miseria.

El emigrante sabía que fuera cual fuera su destino, sería mal visto, aunque se integrase por completo en la sociedad que lo acogiese. Cosa extraña, la de esos foráneos. Si no te integras, eres un radical que ama sus raíces por encima de todo. Si lo haces, te siguen mirando mal por el color de la piel.

¡Claro que miraba al pasado! Y se acordaba de su gente, y mantenía sus creencias. Pero hay que adaptarse al medio. Tener consciencia del presente y del futuro. Sólo esperaba poder ayudarse a sí mismo y a los suyos.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada