diumenge, 25 d’abril del 2010

Soledad

Reina la noche y el silencio en Babilonia. Susurros tan misteriosos como las dunas del desierto caminan por las calles a sus anchas. Ningún habitante está fuera de casa. O no...

Corre velozmente una sombra. Sube las escaleras del ziggurat, buscando una respuesta. Quizá la divinidad al fin escuche sus plegarias. Las estrellas brillan con fuerza, es primavera.

Se arrodilla al llegar al tejado. Comienza su llanto, su culto personal. Pero no obtiene respuesta. Sólo el viento parece decirle algo, nada más. Ahora es cuando nota que está más sólo que nunca.

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