dimarts, 20 d’abril del 2010

Razón - Corazón

¡Qué dicotomía tan complicada! Siempre había oído y leído que: "Si es una persona dotada de una razón increíble, no puede pensar con el corazón porque eso es irracional. Por consiguiente, será fría. Y al contrario, una persona con corazón será en su discurso, a veces, irracional porque no utiliza la razón".

Tópicos, malditos tópicos. Hasta yo me los había llegado a creer.... hasta hace poco. Porque he conocido dos personas que, aparentemente, se rigen una por el corazón y otra por la razón y que, sin embargo, también tienen parte de lo otro.

Una de ellas es la representante de la razón. Inteligentísima, silenciosa, calmada... cualquiera que la analice por encima podría llegar a la conclusión de que "es tan fría como el hielo o el metal". Sin embargo, ahí se equivocan. Es de lo más amable que te puedas llegar a encontrar, tiene un trato excelente, su voz es calmada, sí, pero inspira confianza y mucha, mucha, amabilidad. Es un corazón que late con fuerza escondido en un abrigo un tanto frío.

La otra es la representante del corazón. Es muy amigable, simpática, su cara es muy expresiva, acorde con el sentimiento que lleva dentro en esos momentos. Uno que no la conozca puede decir que "no sabe lo que dice, tiene demasiado ímpetu". También se equivocan. Porque es de esas personas que, viendo a sus amigos o familiares en apuros, es capaz de dar un discurso lógico para ayudarles, cuando no hace todo lo posible por hacerlo.

Generalizar y crear tópicos está al abasto de todo el mundo. Nadie se escapa de crearlos, ya sea consciente o inconscientemente. Desgraciadamente, es algo que la sociedad nos ha impuesto silenciosa e indirectamente. A base de prejuicios, no se conoce. Es difícil, lo sé, proponerse conocer realmente a alguien o algo, sin hacer caso omiso de los demás, pero el resultado es fascinante.

Reflexiones del mediodía.

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