Era una tarde nublada. En una cafetería cercana al puerto, dos amigos estaban charlando entre sorbo y sorbo. Humo de cigarro, una canción distorsionada por una radio antigua, luces anaranjadas y famélicas les rodeaba.
- Se comportó como un animal- sentenció uno de ellos.
- Me hace gracia esa expresión. Estás echo un animal.
- ¿Por qué?
- Los animales responden a una lógica determinada, el instinto. Se comportan racionalmente en condiciones normales, y en las que no son también. Supervivencia pura y dura mezclada con respeto. El único bárbaro es el hombre.
- ¿Bárbaro no significaba extranjero en griego?
- Sí, pero recuerda que el significado peyorativo se lo dieron los romanos. De todas formas, ¿comprendes lo que te quiero decir?
- Claro.
- Mira esa gaviota- una se había posado frente a la puerta. Retomó en seguida el vuelo-. ¿Crees que mataría por placer?
- No.
- Entonces, no son irracionales- sonrió.
- Me hace gracia esa expresión. Estás echo un animal.
- ¿Por qué?
- Los animales responden a una lógica determinada, el instinto. Se comportan racionalmente en condiciones normales, y en las que no son también. Supervivencia pura y dura mezclada con respeto. El único bárbaro es el hombre.
- ¿Bárbaro no significaba extranjero en griego?
- Sí, pero recuerda que el significado peyorativo se lo dieron los romanos. De todas formas, ¿comprendes lo que te quiero decir?
- Claro.
- Mira esa gaviota- una se había posado frente a la puerta. Retomó en seguida el vuelo-. ¿Crees que mataría por placer?
- No.
- Entonces, no son irracionales- sonrió.
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