dimarts, 12 de gener del 2010

Paisaje nocturno: Ciudad de mar




Dulce noche. A pesar de ser invierno. Todo oscuro en alta mar y en el alma de la montaña, pero en medio las luces de colores lo iluminaban todo. O gran parte del entramado urbano. Merecía ser observada la Luna desde una posición alta, pero podía disfrutarse de su belleza desde cualquier otro sitio.

Las barcas de pescadores dormían junto a los demás barcos en el puerto. Colón señalaba siempre al horizonte, sin cansarse. Tras de él, las Ramblas buscaban el camino más recto hacia la montaña. El silencio se hizo el amo de Barcelona entonces. Al menos, en las partes más antiguas, donde ninguna alma pisaba la acera. A excepción de aquél gato. Y de aquella cosa que es empujada por el viento. Y de aquella sospechosa figura que camina con algo afilado entre las manos, probablemente manchada de sangre.

Barcelona es una caja llena de sorpresas. No todo es bello, ni todo es horrible. Aquí el Azar disfruta de su libertad al máximo. En la mitad del día, colores. En la otra, tan sólo unos pocos.

dilluns, 11 de gener del 2010

Este olor a mar

El viajero pisó de nuevo la ciudad de la que se había enamorado tiempo atrás. Ahora, abrazada por el frío olía de otra manera. Pero seguía gustándole el verde de sus jardines, el azul de sus aguas y de su cielo, las formas de los edificios. En cierta manera, le recordaba a su lugar de origen, por esto estaba de lo más cómodo paseando por los boulevares de Palma de Mallorca.

El ambiente se había perfumado con cierto olor a nostalgia, melancolía. Los colores grises que habían aparecido súbitamente ayudaban a crear un ambiente dulcemente triste. Caminaba por el centro, recordando a viejas caras conocidas que quería volver a ver. Y, como un niño, en aquél momento. ¡Gloriosa aquella hora, si se cruzaran las miradas!

"Tiqué, Tiqué, oh Tiqué. ¿Qué pasaría si me dieses buena suerte y me la encontrase cara a cara? Le desearía Fortuna y Gloria, que es lo que quiero que sobre todo reciba. Hermes, amigo de los viajeros y caminantes, estoy en tierras que poco a poco van siéndome familiares, pero aún así... ¡os necesito!" Iba diciéndose a sí mismo, en forma de pequeña plegaria.

Se dispuso a buscar un sitio donde comer. Siempre había creído que los milagros son un pequeño tanto por ciento beneficioso que la Naturaleza ofrece. En aquel momento, ya fuese porque madre Naturaleza así lo quiso, ya fuese por acto divino (¿Tiqué, Hermes?) o pura coincidencia, ambos se encontraron cara a cara. Sin esperarlo. Un encuentro esporádico, pero tan alegre o más que si lo hubieran planeado.

- Tengo que invitarte a algo, ahora o cuando quieras- se le propuso a la amiga.

- Me temo que...- dijo, sonriendo, la chica.

- Mientras me quede sangre en el cuerpo, no dejaré de ser un caballero- la cortó súbitamente, devolviéndole la sonrisa y cogiéndola del brazo.

dilluns, 4 de gener del 2010

El emigrante





- ¿Dónde vas?

-A un lugar más próspero que este.

- ¿Lo llevas todo?

- Todo lo que puedo cargar.

- ¿Seguro que lo llevas todo?

- Sí.

- Entonces, buena suerte. Recuérdame de vez en cuando. Y escribe a la familia. Por favor.

- No dudes en que lo haré. Siempre os llevo en el corazón.



Y el emigrante se marchó. Aquél hombre tuvo que marchar hacia un destino incierto, ¿por culpa de qué? Mala gente gobernando en su país, sembrando siempre la desgracia en casas ajenas. Un país devastado por el hambre y la guerra, por las luchas internas y externas. Un pueblo que cada día vive en la miseria.

El emigrante sabía que fuera cual fuera su destino, sería mal visto, aunque se integrase por completo en la sociedad que lo acogiese. Cosa extraña, la de esos foráneos. Si no te integras, eres un radical que ama sus raíces por encima de todo. Si lo haces, te siguen mirando mal por el color de la piel.

¡Claro que miraba al pasado! Y se acordaba de su gente, y mantenía sus creencias. Pero hay que adaptarse al medio. Tener consciencia del presente y del futuro. Sólo esperaba poder ayudarse a sí mismo y a los suyos.

diumenge, 3 de gener del 2010

Reflexión en literatura

Había corrido las cortinas para que la luz solar no entrase por los ventanales. Había cerrado la puerta del todo para que la sala estuviera totalmente en silencio. Se acercó al espejo, el cual estaba tapado por una sábana gris algo vieja. La quitó con un movimiento rápido. Vio que tenía polvo. Limpió el cristal hasta verse nítidamente.

Allí estaba. Frente a frente, sin nadie alrededor. El silencio nunca le había hecho tantos estragos en su alma como en aquél momento. De repente, su corazón le pedía respuestas a todas las preguntas que se había formulado tiempo atrás. No supo encontrar la mayoría.

A veces, damos pasos en falso mientras aprendemos a caminar y a correr. Caemos y no sabemos qué hemos hecho mal. Hace falta que alguien nos recuerde qué ha pasado. Creemos que somos perfectos, pensamos que todo lo que hacemos es bueno. No tomamos consciencia que tras una palabra, o varias, podemos hacer lo que en verdad nunca quisimos hacer. O nuestros gestos hacen el trabajo de las palabras. A veces, los únicos traidores somos nosotros.

dijous, 31 de desembre del 2009

Los animales

¿Quién dijo que los animales tenían comportamientos poco civilizados? Y por cierto, ¿qué implica ser civilizado? ¿Es algo universal o más bien es algo que cada sociedad impone? Yo creo más bien lo segundo. Ya dije alguna vez que todo es relativo. Y esta concepción no iba a ser menos.

Cada vez que pienso en la frase estás hecho un animal/eres un animal, recuerdo que sólo el humano se mata a sí mismo, que es el único animal que tras una pelea no para sino que remata al enemigo, que es irrespetuoso con la Naturaleza.